viernes, 20 de febrero de 2015

10.- Por un rincón de la Rioja Alta II Entre Anguciana y Treviana



Ya llegaron las cigüeñas
 
Ha salido un día bueno y tras las últimas, y fuertes nevadas decidimos volver por esta zona.
Ya han vuelto las cigüeñas, si es que algún día se fueron. En la primera entrada dijimos que volveríamos por Sajazarra entre semana para que las fotos la pudieramos hacer con más comodidad sin la presencia de coches o personas. Como de costumbre quedamos en el aparcamiento de los cines y salimos hacia nuestro destino.  Para acercarnos decidimos cambiar la ruta de acceso. En lugar de seguir la ruta clásica por la carretera de Vitoria/Santander o sea por Fuenmayor, Cenicero y Briones decidimos seguir por la autovía del Camino que no lleva abierta ni un año hasta Santo Domingo y bajar por las variantes de Castañares y Casalarreina hasta llegar a Sajazarra sin pasar por ninguna población. En Km nos sale parecido pero ganamos bastante tiempo. Además evitamos los camiones de la 232. Directamente al objetivo. Y de paso observamos desde la zona de San Antón la grandiosidad de la Sierra de la Demanda en plenitud. Hay nieve en la montaña, y mucha. La luz de la mañana resalta las sombras de las laderas resaltando los picos donde da el sol.


Antes de llegar, en una rotonda vemos  Anguciana 5 Km. ¿Qué hacemos? Pues lo de siempre  desvianos un poco del camino para ver cosas nuevas. Nunca antes habíamos estado ninguno de los dos en Anguciana. Lo primero que nos encontramos es un barrio residencial que suponemos de findesemaneros o veraneantes del vecino país vasco. Algunos los llaman cariñosamente los Iñakis y las Arantxas. Ambos nombres muy abundantes en la citada zona.

Torre de Anguciana
   
La sorpresa nos llega al cruzar un puente. Un torreón imponente al otro lado del río. Buena señal. Hay tema para las fotos. Además el río Tirón, que acaba de recibir las aguas del Glera o el Oja  abundante en agua con un color de deshielo.
Lo primero que hacemos, pues ya lo sabrás ustedes, cambiar líquidos. Uno se queda aliviado cuando evacúa y reconfortado después cuando se toma un cafelito caliente. Y vamos pal asunto.





Nos dirigimos a la plaza mayor, muy bien cuidada, con paso limitado de vahículos. Al fondo la torre y la iglesia con su correpondiente cigüeña. Al lado a su izquierda el ayuntamiento y sus soportales de arco, a nuestra derecha unos soportales más simples, cuadrados y escalonados por casas.




 
Nos dirigimos hacia la torre. antes de llegar veo un pequeño callejón que baja hacia el río. Un canal me indica la posibilidad de que haya o haya habido un molino. Movido por la curiosidad me asomo a una puerta desvencijada de lo que en su día podría ser una huerta y encuentro la prueba, una rueda, rota y arrinconada al lado de la puerta, casi cubierta por la tierra.




 
 La torre tiene un aspecto como debe ser una torre de defensa. Cuadrada y sólida.
Como solía ser habitual en la Edad Media poblaciones enteras cambiaban de dueño y Anguciana no iba a ser una excepción. En el siglo XII la dueña del lugar dona su casa y sus posesiones al monasterio de Santa María la Real de Nájera. En el siglo XIV pasa a posesión de los Salcedo como señorío de manos del rey Enrique III de Castilla como pago a los servicios realizados por Alfonso de Salcedo a su padre Juan I. Además se le permite edificar un torreón de defensa.

Hay una cosa que nos extraña, son los edificios que la rodean. Tienen aspecto de colegio de frailes o algo parecido. Y en efecto lo fue en su tiempo. Allá por los años 20 del siglo pasado se vendió la torre, y el palacio anexo, que posteriormente fue derribado, a unos frailes franciscanos de Perú. Ahora es de propiedad particular.
Un descendiente de la antigua familia propietaria nos lo explica aquí.

La torre de Anguciana
Después nos dirigimos al puente. La mañana aunque ha helado un poquito resulta agradable. El Tirón baja un poquito abundante.

Reloj de sol en la iglesia de Anguciana





El reloj de sol de la iglesia nos dice que hay que ir a otro lado y tomamos ya rumbo a Saja.











Vista de Sajazarra

 
Al llegar a Saja, como se llamó en tiempos dejamos el coche a la entrada del pueblo y seguimos un poco a pie por un paseo al lado del río. Es la zona de las bodegas. Volvemos sobre nuestros pasos y cruzamos el puente.


Calle de Saja





Casas de piedra, muy bien cuidadas, antiguas casas de nobles o como diría alguno de gente pudiente, aunque solo lo fuera de nombre, iglesia,  murallas que se cayeron hace poco tiempo y que se acaban de reconstruir. Me acabo de enterar "por la prensa" que nosotros no le vimos, que estuvo por aquí el mandamás de la región para verla.



Y claro si por algo es conocido Sajazarra es por su castillo, imponente, dominador del paisaje.






















Sajazarra

En un cartulario del monasterio de San Millán de la cogolla se cita la donación al monasterio que el rey de Pamplona  "Sancho el de Peñalén" en el año 1075 hacía tierras con el nombre de Saggazarra.
a mediados del siglo XV funda en conjunto con Pancorbo, Miranda de Ebro, Vitoria y Salvatierra la Hermandad de Álava.
Al pasar la villa a señorío de los Velasco fue perteneciendo a sucesivos descendientes que fueron haciéndose cada vez más poderosos llegando a formar parte de la Grandeza de España.
Con el paso del tiempo el castillo fue deteriorándose hasta tal punto que en 1959 se derrumbó parte de la torre.
El castillo fue adquirido por su actual propietario que en los años 1970 y 1971 acometió una reconstrucción total que le da el aspecto actual.


La única puerta que queda de la muralla

Además del castillo Sajazarra es un monumento en su conjunto, Quedan pocos restos de la muralla, reparada recientemente tras un derrumbe y casas nobiliarias como las de los Loma-Osorio o los Ruiz de Loizaga










Casa de los Ruiz de Loizaga


Reloj de sol en casa Ruiz de Loizaga




Y si el castillo es imponente, imponentes fueron los bocatas que nos pusieron en el bar. Bocatas de a media barra con buen relleno no son buenos para eliminar mis abundantes mantecas. Ignoro si el señor del castillo comerá caviar, angulas u otras sutilezas inaccesibles a nuestros bolsillos, pero seguro que no le sabrá tan bueno como a nosotros nos supo el bocata.

Tras dar final feliz al bocata fuimos a la ermita se Santa María de Cillas la patrona del pueblo.
En su origen fue una iglesia románica que debió atender a los habitantes de la aldea del mismo nombre. El topónimo puede que haga referencia a bodegas pues es lo que significa cella en latín, bodega, granero o despensa.
Del edificio original queda muy poco pero de lo que si quedan huellas es de los vándalos o bárbaros modernos. Todo un conjunto de mesas y bancos destrozados en la campa anexa a la ermita. Y no parece obra de ningún gamberro a no ser que haya venido con un bulldozer o similar porque incluso las varillas de acero están cortadas. Más bien parece un auto de mala fe.

Desde aquí encaminamos nuestros pasos a Treviana. Tras pasar un momento por la ermita de Junquera también de origen románico, donde en tiempos hubo una aldea perteneciente a Treviana. Un  par de albañiles se disponía a reparar los sillares de la parte inferior carcomidos por el tiempo.


Panorámica de Treviana


Treviana se recuesta al sol, sobre una ladera. Al llegar oimos el carillón de un reloj dando la hora y encaramos la cuesta hacia la iglesia. Ahí en una plaza el ayuntamiento, y en su fachada un reloj con las horas en forma de corazón. Ahora al sonar de nuevo miro hacia las campanas de la torre pero no veo nada que golpee las campanas. Realmente el sonido es envolvente, como ese de los cines, no sabes exactamente de donde viene.






Reloj del ayuntamiento (Treviana)




Preguntamos a una señora y nos contesta que del reloj. Hacía tiempo que no escuchaba un sonido tan hermoso. Vuelta al pueblo y con las fotos de rigor seguimos a la carretera hasta San Millán de Yécora en el límite con tierras burgalesas.






Nos dirigimos hacia San Millán de Yécora. La laderas junto a la carretera rezumaban e incluso alguna ladera estaba caída sobre la carretera.  El pueblo muy pequeño, unos 50 habitantes, tiene unas casas coquetas y algún blasón mas concretamente se trata de la "casa del rey". Un perro ladra a destajo hasta que la dueña sale y lo amansa.


Iglesia antigua San Millán abad




Vemos la iglesia restaurada, estuvo tan en ruina que se hundió el techo en los años 60.












Iglesia nueva
E hicieron una iglesia nueva para que los feligreses no se quedaran sin servicios religiosos. Ignoro quien  fue el autor del proyecto algo de lo más estéticamente horrible que he visto en mi vida, y eso que he  visto muchas barbaridades. Tanto que lo confundimos con un pabellón industrial. 







 En este municipio podemos visitar la "Casa del Rey" con monumental escudo coronado

Pila bautismal de San Millán de Yécora

Blasón casa del rey















San Millán de Yécora (Paca Sapena)



A la salida de Treviana nos dimos cuenta de una cosa. Habíamos quedado en sacar panorámica del pueblo y ver una casa con escudo que nos comentó un paisano. Y nos quedaba de ver el tesoro de Treviana, su ermita románica de la Concepción. Como a la salida del pueblo vimos una carretera que se dirigía a Herramélluri y pensábamos volver por ahí y puesto que en San Millán de Yécora termina la carretera y tenemos que volver pues hicimos eso, volver. 

  
Ermita de la Concepción
 Justo a la entrada teníamos el indicador y nos dirigimos hacia el cementerio. Allí se encuentra lo que queda de la Ermita de la Concepción, un precioso ábside románico  muy bien surtido de hermosos canecillos. De la ermita se aprovechó lo que quedaba en pie como pared cuando se hizo el cementerio y posteriormente fue restaurada. Sorprendentemente en la placa conmemorativa no figuraba el omnipresente nombre del "jefe".



Y en la carretera encontramos esta casa fechada en 17...



Y aquí se nos acaba la historia. Tomamos carretera de Herraméllri, Los campos están preñados de agua que sale por doquier, paramos un momento en una ermita dedicada a San Isidro, otro momentico el el puente sobre el Tirón, echamos una habladilla con un paisano que tenía ganas de hablar  y nos fuimos pa casa. Eso es todo

Hasta la próxima
Salú pa tós.






























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